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Mostrando las entradas etiquetadas como sonetoXXIII

Marchitará la rosa el viento helado.

T al vez no esté de más hablar de un endecasílabo, de uno de los mejores versos de la poesía española. Es la clave de bóveda del poema pagano donde lo insertó Garcilaso de la Vega . No sé si con razón o sin ella, siempre he creído que este verso no ha gozado de la fortuna merecida en sus casi quinientos años de existencia. Sospecho que le roba la atención el colorido de los primeros ocho versos del soneto, tan sensoriales, de "tanta" color rosa y azucena en la faz de una mujer joven de mirada ardiente, de cuello blanco y enhiesto, de cabellos de oro que el viento despeina, imagen inspiradora de tantos anuncios publicitarios de "eau de parfum". Y también le ha hecho sombra -o eso creo- la imperativa invitación a coger de la alegre primavera el dulce fruto antes de que sea demasiado tarde. El carpe diem , repiten todos los exégetas. Pero todos los versos del soneto no son más que aguas cuyo venero es el endecasílabo que hoy llama mi atención. "Marchitará la rosa